Somos una iglesia católica en cuanto que guardamos las enseñanzas, la fe apostólica y los sacramentos de la Iglesia primitiva, manteniendo la sucesión apostólica y la celebración de los sacramentos como signos de gracia de Dios. Sin embargo, no somos parte de la iglesia Católica Romana, ya que no estamos bajo la autoridad papal, sino que seguimos una tradición anglicana reformada.

A la vez, somos reformados en nuestra práctica y en nuestra interpretación de la Escritura, guiándonos por los principios de la Reforma que buscan un retorno a la fe esencial, centrada en la gracia de Dios y la autoridad de la Escritura. Aunque el significado del término «protestante» ha variado a lo largo del tiempo, podemos afirmar con mayor precisión que el anglicanismo se
considera tanto católico como reformado, manteniendo los elementos esenciales de ambas tradiciones en la medida en que son válidos a la luz de la Escritura, la tradición y la razón